El Club Dumas, de Arturo Pérez-Reverte
Posted by Lluís Salvador | Posted in Cazotte ·Jacques , Christie ·Agatha , Dumas ·Alexandre , Féval ·Paul , Leblanc ·Maurice , Pérez-Reverte ·Arturo , Poe ·Edgar Allan , Sabatini ·Rafael , Sue ·Eugène , Zevaco ·Michel | Posted on miércoles, febrero 10, 2010
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En I. El Vino de Anjou:
-El lector debe prepararse para asistir a las más siniestras escenas.
Eugène Sue, Los Misterios de París
En II. La mano del muerto:
-Milady sonreía, y d'Artagnan sentía que se condenaría por aquella sonrisa.
Alexandre Dumas, Los Tres Mosqueteros
En III. Gente de toga y gente de espada:
-─Los que están en la tumba no hablan.
─Hablan cuando Dios quiere ─replicó Lagardère.
Paul Féval, El Jorobado
En IV. El hombre de la cicatriz:
-De dónde viene, no lo sé. Paro a dónde va, puedo decíroslo: va al infierno.
Alexandre Dumas, El Conde de Montecristo
En V. Remember:
-Estaba sentado tal y como lo había dejado en su sillón, colocado delante de la chimenea.
Agatha Christie, El Asesinato de Rogelio Ackroyd
En VI. Sobre apócrifos e infiltrados:
-¿Azar? Permitidme que me ría, pardiez. Ésa es una explicación que sólo satisface a los imbéciles. Michel Zevaco, Los Pardellanes
En VII. El número Uno y el número Dos:
-Sucede que el diablo es muy astuto. Sucede que no siempre es tan feo como dicen.
Jacques Cazotte, El Diablo Enamorado
En VIII. Postuma necat:
-─¿Nadie responde?
─No.
─Tanto peor. Entonces es que está muerto.
Maurice Leblanc, Arsenio Lupin
En IX. El librero de la Rue Bonaparte:
-─Amigo mío ─dijo gravemente Athos─. Recordad que los muertos son los únicos con los que no se expone uno a tropezar de nuevo sobre la tierra.
Alexandre Dumas, Los Tres Mosqueteros
En X. El número Tres:
-Sospechaban de él que no tenía corazón.
Rafael Sabatini, Scaramouche
En XI. Los muelles del Sena:
-Se considera insoluble este misterio por las mismas razones que deberían inducir a considerarlo solucionable.
Edgar Allan Poe, Los Crímenes de la Calle Morgue
En XII. Buckingham y Milady:
-Aquel crimen se había llevado a cabo con la complicidad de una mujer.
José Maria Eça de Queirós, El Misterio de la Carretera de Sintra
En XIII. Se complica la trama:
-En este momento tiembla usted por la situación y la perspectiva de la caza. ¿Dónde estaría ese temblor si yo fuera preciso como una guía de ferrocarriles?
Arthur Conan Doyle, El Valle del Terror
En XIV. Los sótanos de Meung:
-Eran una noche lúgubre.
Ponson du Terrail, Rocambole
En XV. Corso y Richelieu:
-Y yo, que había forjado sobre él una pequeña novela, me equivoqué por completo.
Pierre Souvestre y Marcel Allain, Fantomas
En XVI. Un recurso de novela gótica:
-He aquí lo enojoso del asunto ─dijo Porthos─. Antiguamente no teníamos que explicar nada. Se batía uno porque se batía.
Alexandre Dumas, El Vizconde de Bragelonne
Reseña en lecturas errantes
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